Adentrándose en los últimos años del siglo XIX, es fácil advertir aquello que nos separa como cultura, como individuos; más difícil, sin duda, es vislumbrar aquello que nos une, aquello que conforma la base de nuestra sociedad, el inicio de problemas que todavía hoy perviven, el fin de un viejo sistema que dio paso a un Nuevo Mundo portador de ciudades modernas e inventos revolucionarios.
Sin duda esencial esta efervescencia cultural e inventiva para desarrollar una obra literaria que entremezcla historia, misterio, escenas mundanas y grandes aventuras que sucederán en lugares tan dispares como Senegal, España, Francia o Puerto Rico.
Escenarios y sucesos que son la excusa perfecta para conocer los sueños, miserias, miedos y ambiciones de unos hombres y mujeres que se nos muestran distantes, incluso incomprensibles, pero que en realidad son creadores de nuestro mundo, en realidad forman parte de nuestras almas.